Visitas al Blogg

domingo, 21 de noviembre de 2010

Una Tabla de Esperanza

A veces la vida se parece a un naufragio, en él tus huesos acaban vagando en la inmensidad del oceano y sin esperanzas de ser rescatado, en el cual, con el paso del tiempo y el continuo golpear del oleaje, no hace si no, minar, y de que manera, el instinto de supervivencia y la valiosisima autoestima. Un estado en el que el agotamiento y la tristeza te pueden llevar a un profundo y sistemático proceso de destrucción, pero... cuando estás a punto de dejar de luchar y convertirte en el canapé de los peces, cuando... en el que piensas que será tu último golpe de mar, el oleaje te regala envuelto con su espuma una tabla de esperanza que te saca a flote y a la que poder agarrar con fuerza... beata no soy, pero eso... si es un milagro.
Rosa Fores Cubertorer

El Tercer Sueño

...Y si un día mi mar amaneciera
con una nueva isla en su regazo,
una isla nacida
del oculto lugar donde los dioses
reposan su pretérito esplendor,
la quietud implacable de su olvido...
Y si fuera una isla nacida en alborozo,
de benigno perfil y tierno territorio,
de playas como lámparas votivas,
titánicos volcanes,
valles ensimismados,
anchos lagos sin fondo,
y en sus selvas atónitas crecieras
el rojo flamboyán, el Jacaranda azul,
la umbría de las ceibas, la lujuria
sutil de las orquídeas,
y se oyera un murmullo polícromo de pájaros
arropando en sus vuelos
el libérrimo canto del quetzal...
Y si esa extraña isla decidiera
conocer tierras nuevas, rumbos nuevos,
nuevas constelaciones,
y levando sus anclas de obsidiana,
entre un fragor de nieblas y maizales
por tenebrosos mares
proa pusiera hacia mundos remotos,
hacia horizontes hondos como dudas,
inciertos como augurios,
amplios como el azar...
Y en una latitud inesperada
unos brazos de atlante
enamoradamente la acogieran,
y pacíficas aguas lo bañaran
ofreciéndola al sol y a la benevolencia
de otros dioses ignotos y lejanos,
y allí quedara para siempre, y fuera
poblada de hombres puros,
gentes de pies oscura, voz humilde,
negros ojos, limpio y alto mirar,
y con los siglos le nacieran pueblos
de nombres como gemas brilladoras
en los que eterna la esperanza ardiera:
Antigua, Sololá, Quetzaltenango,
Santa Cruz del Quicé...
Y preso en sus orillas, nuestro mar,
con sus islas sembradas de cenizas,
sepulcros de tritones y gorgonas,
harapientos trofeos,
viejas desolaciones,
quedara encadenado a sus leyendas,
con su nostalgia herida,
y con su ausencia a solas...

Antonio Porpetta

viernes, 19 de noviembre de 2010

Cuando Retornas

En la desolación del tiempo ausente,
en la tristeza que, de pronto, nace,
en tanto amor perdidamente muerto
inclemente se eleva un insomne cuchillo
que esparce por altas galerías
del renacido otoño sus nostalgias.

En los cantos rodados de su cauce
busco una piedra ardiente, un fuego mío
que habitara mi sangre en otro tiempo,
entonces llegas con el pelo al viento,
entonces gimes como fuera entonces,
entonces miro tu perfil desnudo,
tras miles de momentos renaciendo,
y vuelves a ser tú y yo retorno
a tus frutales labios y a tus besos,
y de nuevo las ansias nos despojan
de instantes y vestidos, entonces, ya
desnudos de nostalgias y de angustias,
nos inundan las aguas que clamaban,
que rompían las ventanas y las tapias.
Amada, ahora de nuevo entre mis brazos,
atravesando el polvo y la ceniza,
retornas inmortal, tiendes las manos:
y el amarillo contraluz del tiempo
esconde su derrota y su fracaso.
Manuel Parra Pozuelo

martes, 16 de noviembre de 2010

Navegante e Insomne

Anda sin rumbo y achicando llantos,
tensando trapos con la mano herida,
pues decidió marchar por espacios sombríos
donde juegan los monstruos con las cartas marcadas.
Se ha dejado arrastrar por las corrientes
que socavan, silentes, el misterio.
Mejor así. Sin duda, es conveniente y justo
que a quien eligió el viaje se le convierta el suelo
en continuo temblor, en fluyente camino,
en tremante marea que, salobre y rizada,
le recuerde que tiene vocación andariega
entre hielos y espumas.
Navega, pues, desde que la memoria
repobló sus absortas galerías,
ahítas de rencor, con los difuntos
que, ambulantes, esquivan el descanso
bajo la fría sombra de la piedra.
Pero es mejor así. Y, aunque grite socorro,
desea navegar entre viejos fantasmas
y no piensa en volver a tierra firme nunca,
pues ¿cómo marcharía por plazas y jardines,
cómo, por los salones, quien viene chorreante,
náufraga de la furia de los mares del norte,
mordida por las sombras, cubierta de salitre,
sin sextante ni brújula,
perdidos el timón y la bitácora...?
Paz Díez Taboada

La Partida

Nuestro sol declina
formando una cúpula en el espacio
¿Por qué las sombras son grises
apariciones convocadas al alba
fardo de ceniza arrojado contra el agua?

Sombras
Así recuerdo bajo las velas bogando
la rebosada panza de agua
la quilla enredada con los reflejos salados
batidos por los aletazos de los peces

Podría ser Odiseo de vuelta con Medusa
tras la pesca
la noche de un día difícil
la red sin una sola altizeja

Soy nada más el hombre a solas
que contempla este pequeño barco
RECUERDO DEL PUERTO DE VERACRUZ
antiguo mensaje en una botella
llegado intacto hasta mis islas

¿Por qué mi choza tiene máscaras
que cuelgan del techo y pronuncian sus voces remotas
cual si invitaran a la memoria
a lanzar sus guijarros contra el oleaje?

¿Por qué no encontré antes el instante
que rasga el espejo de la memoria
abriendo una grieta al agua?

Tenso el arco donde el sol declina
tenso como una linga de acero sobre un abismo
tenso sobre la combustión de una playa
donde habita la flor de las arenas

La historia dobla cada página como una débil mariposa
Cada invierno cada verano son reales
y amenazan con ser los últimos pero su belleza seguirá

Ahora que los hijos nos empujan
y el cuadro anudado con cinta tras la puerta
recuerda que el amarillo es sólo el color de la mañana
me siento a gozar privilegios de dolor y felicidad
reunidos en esa pequeña tachuela que sostiene la gavia de mi barco

Soy un hombre con el lecho roto
bajo los rayos del porvenir que ruge
un pedazo de arcilla, que quisiera su flor
y voy a donar mi libertad
para que el bien v el mal se trencen en mi lecho
como aquellos que sin conocerse
se besan desesperadamente
Miguel Huezo Mixco

Mirando el Aire

No tengo fuerzas para callar el silencio
las palabras mudas resuenan en mi interior

Sólo esa pedantería impasible
ata mi cuerpo a tu memoria
donde dos caballos alazanes
Tienen atados mis miembros
y ni quieres soltarme
ni dar la voz de ¡¡arre!!.

Donde lanzabas palabras al abismo
donde escribías palabras en el viento
Enjaulas tus sentimientos
ahorcas mis palabras
Sordo estoy por dentro

Que fue de aquel amor
Que un día fue poema
El mar se lo llevo y me quede con la condena
y ahora soy un péndulo caminante
que ahoga las penas en licor
mientras en la taberna
todos tienen la certeza
que no por más beber cerveza
Morirá este dolor

Hay mujer indomable, rebelde e incontrolable
que condenabas mis pasos
que sembrabas la malicia
preparabas mi fracaso
te olvidaste de quien soy
un alma buena que te recogió y amó
Y que sabrá llevar la pena

Moisés Guerrero