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viernes, 14 de enero de 2011

CUENTO DE NAVIDAD I

Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo¿Papa

Sí, hija, cuéntame. Oye, quiero... que me digas la verdad Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido

Es que... -titubeó Blanca

Dime, hija, dime.

Papá, ¿existen los Reyes Magos?

El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.

Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?

La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña ytragando saliva le dijo: ¿Y tú qué crees, hija?

Yo no se, papá: que sí y que no.

Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.

Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero... ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-.¡Mehabéis engañado!

No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.

Entonces no lo entiendo. papá.

Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.

Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos: Cuando el Niño Jesus nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes,

Melchor, dijo: ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño!

Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.

¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.

Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó: Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.

Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo.

Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal: Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos.

Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo.

Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?

¡Oh, Señor! -dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero. no podemos tener tantos pajes., no existen tantos. No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo. ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración. Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? -preguntó Dios. Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños? Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.

Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?

Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír: Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.

También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.

Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo: Ahora sí que lo entiendo todo papá.. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero. Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.

CUENTO DE NAVIDAD II

Era Navidad y en el pueblo iban a hacer la representación del nacimiento de Jesús. Todos estaban muy entusiasmados, querían que la obra fuera un éxito. Los niños la iban a representar, pero entre ellos había un niño con problemas; quién sabe por qué causa, era más lento en aprender que los demás.

El quería estar en la obra, y a la maestra le dio ternura verlo con tanta emoción que le dio un papel pequeño: el del posadero que rechazaba a la Virgen y a José porque la posada estaba llena.

El día de la obra, el teatro estaba a reventar; hasta había gente de pie. Y cuando llegaron a la parte en la que llegan José y María a la posada, donde este niño con problemas tenía que hablar, paso algo inesperado.

José toco la puerta y salió el posadero, y cuando ya los iba a rechazar, al ver a la joven pareja y sobre todo a la mujer, embarazada de quien iba a ser nuestro salvador, al niño se le llenaron los ojos de lágrimas y les dijo:

"Pasen, pasen, la señora puede dormir en mi cama, que yo dormiré en el suelo."

Hubo un silencio intenso en la sala y a muchas personas les salieron lágrimas. La obra fue un éxito, a pesar de que no fue fiel representación de lo que realmente paso en esa noche de Navidad, pero sentimos que algo había cambiado en nuestras vidas, pues ese niño nos enseñó una lección de amor; en su inocencia nos enseñó que debemos amar y ayudar a otros, no importa quienes sean, porque somos hijos de Dios y estamos aquí para hacer el bien, sin pedir nada a cambio.

USA TUS SENTIDOS

Usa tus ojos
para ver la belleza de la vida,
o para ver el interior de las personas...

No los uses para criticar maliciosamente
de cómo se ven o visten los demás,
o para juzgar a las personas,
sólo por sus apariencias.


Usa tus oídos,
para escuchar a tu prójimo,
y poder ofrecerle una palabra de aliento,
para escuchar los sonidos agradables,
que te ayudan a olvidar las dificultades,
y edifican tu interior.

No los uses como un arma,
o para envenenar a los demás.

Usa tu olfato,
para percibir el olor
de las flores, del perfume, del amor...
No lo impregnes, con los malos olores,
como lo son el odio,

el egoísmo, la traición.
Usa tu gusto,
para saborear el triunfo
de tus metas alcanzadas,
de los logros obtenidos
con esfuerzo y dedicación...

No lo uses para saborear,
las derrotas de otros.


Usa tu tacto,
para sentir y dar amor,
para tocar a las personas
con tus deseos positivos,
con tu caridad...

No lo uses para pedir
injustificadamente.


El sexto sentido,
el más importante,
es el que nos da la sabiduría
para distinguir la diferencia
entre los otros sentidos,
entre el bien y el mal,
entre dar o recibir,
entre construir o desmoronar.


A veces miramos sin ver,
oímos sin escuchar,
olemos sin percibir,
probamos sin saborear,
tocamos superficialmente.

Usa tus sentidos sabiamente,
no se trata de cuantos tengas,
sino de como los utilizas...

QUE LARGA ES LA ESPERA

Dejo la puerta abierta,
Y aquí voy a esperarte,
Sentado, mirando la lluvia
Sin apenas decir nada.

Esperando a que vengas
Para abrazarte.
Está oscureciendo
Que tarde tan larga.

Pero es que sin tu risa
La casa está vacía
No aguanto la noche
No aguanto tanta soledad.

Te hablo mirando al cielo.
Y maldigo la suerte de las nubes
Ya casi no creo en Dios
Aunque no paro de rogarle

Cierro los ojos y quiero ver,
Como llegas a la calle antes de anochecer
Que me cuentes tus cosas y poder comprender
Que hicimos mal y donde falle.

Ya no me gusta
La forma de caer de algunas tardes

Moisés Guerrero