Viejo solitario de la tarde,
te veo con tu vaso de ron, escribiendo
tu tristeza de niebla, trajinante
como una yegua loca, sorbiendo lentamente
una lágrima gris, deslucida, amarillando
junto a la briosa estación del verano.
Te veo envuelto en papeles oscuros
en el departamento quieto, separado
de la ciudad, caminando en sigilo,
viendo que gota a gota se te escapaba el cielo,
huyendo en la bruma metálica de la lluvia,
resguardado en los terribles potros que cabalgaban
tu antiguo vicio de llorar despierto.
Te resucito en las pavesas alejadas
en las remotas playas del insomnio acezante
y en los inquietos torbellinos de espera.
De niño te encuentro en un caserón deshabitado
y siento crecer en ti brillantes mariposas,
el júbilo de los cuerpos desconocidos
deseados en cualquier parte.
Visitas al Blogg
lunes, 22 de agosto de 2011
viernes, 19 de agosto de 2011
EL PIANO
Tócame como teclas de piano Haz vibrar en mi cuerpo la melodía Lléname de ti y con tus manos Imprégname de tu esencia de vida... Entonemos cantos y susurros, Palabras delirios y suspiros, Háblame del fondo de tu alma, Perdamos uno a uno los sentidos... Eleva el alma de mi cuerpo, Únela al tuyo como olas en movimientos, Que la música apresurada de tu aliento, Gime de pasión y sentimiento... Entrelaza cada sonido con amor, Acércame allí a las estrellas, Dame la experiencia más bella Ser un piano que tocas con la boca El placer de la ternura y el dolor... Tócame como teclas de piano Con suavidad para expresar ternura... Y cuando te apasiones amor... Tócame con más fuerza y pasión con locura!!! Déjame ser el piano que entone tu mejor canción.. Traza en mí la partitura, Que entonan los cuerpos amantes con dulzura En el instante en el que hacen el amor...
jueves, 11 de agosto de 2011
Nizar Qabbani "La gatita siamesa"
Fátima se quita los zapatos...
y se acurruca,
cual gatita siamesa, en el hueco de mi mano.
Deja el bolso
y las bolsas de compras en el sofá...
y entra
en la primera arteria que encuentra.
Fátima se despoja de sus nombres
y declara con impresionante coraje
que será mi mujer.
Se quita los pendientes
y las pulseras.
Deja los anillos,
las horquillas del pelo,
sus recuerdos y sus monótonos días en el suelo
y se introduce, como una planta de cacao, bajo mi ropa.
Fátima coloca un gran retrato suyo en el cuarto de estar,
elige el color de mis cortinas
y el color de mis cuadernos,
me impone sus gustos en la comida y en el amor
y ronronea de placer
cual gatita siamesa.
Fátima entra
envuelta en el torbellino de su pelo negro,
deja sus revistas femeninas en mi mesa,
el camisón en mi armario
y las peinetas en el cajón;
coloca su cepillo de dientes
junto al mío,
y comprendo que ha decidido ocuparme.
Fátima está cansada de la forma de sus pechos
e intenta diseñarlos de nuevo,
está cansada de su ombligo inmóvil
y le ordena que se transforme en pájaro.
No hay nada tan admirable como Fátima
cuando sale del domicilio conyugal
y corre, como un potro,
bajo el sol de la libertad.
Fátima encabeza una revolución histórica contra su cuerpo:
el poder se rinde.
Encarcela a sus ministros,
a sus consejeros,
a Qays ben Al Mulawwah
a Yamil-Buzayna
a todos los poetas udríes,
a los que escriben sobre el arte del amor
sin haber tocado ni un dedo de mujer...
a los que hablan de sus conquistas amorosas
sin haber logrado ni un lance,
ni un beso,
ni un infarto
y a los que escriben sobre el infierno del sexo
sin haber cohabitado ni con una mosca.
Fátima anuncia ante las multitudes que han acudido a entronizarla,
en un momento de sinceridad, poco común a los árabes,
que ella es mi amada.
Fátima rechaza todos los textos de dudosa veracidad
y comienza por la primera línea,
rompe todos los manuscritos que los hombres compusieron
y comienza por el alfabeto de su feminidad,
tira todos sus libros escolares
y lee en el libro de mi boca,
emigra de las ciudades de polvo
y me sigue, descalza, a las ciudades de agua,
salta del tren de la yahiliyya
y habla conmigo el lenguaje del mar,
rompe su reloj de arena
y me lleva con ella fuera del tiempo...
Fátima cree
-y ella siempre tiene razón-
que el movimiento de la historia comienza en sus ojos,
que el primer hombre
construyó su cueva entre sus pechos,
que el lenguaje, si no fuera por ella, no se plasmaría,
la música no tendría sonido
ni los colores tonos,
y que la poesía -si retirase la mano de ella-
cerraría la puerta
y se suicidaría..
Me fascina la decisión de Fátima
cuando, de piedra circular, se transforma
en fuente de casa andaluza,
de poema rimado
en paloma que se posa en mi hombro
y de esclava en el país de Harún Dieciséis
en reina en el palacio de la poesía...
Me fascina la insensatez de Fátima
cuando traspasa las señales rojas
que los historiadores pusieron en torno a sus palabras
y en torno a sus sueños
y los sacrifica en sus jaimas,
uno a uno..
Me fascina la exageración de Fátima
cuando despide a todos sus guardianes
y me nombra guardián de sus pechos
por un sueldo de diez mil besos
por noche...
Amo a Fátima
cuando se bebe el café matutino
y me bebe,
y la quiero más
cuando me asegura
que dominará el mundo
y me dominará.
He sorprendido a Fátima
pescando un pez rojo
en las riberas de mi sangre.
Fátima me encarcela en sus pestañas
y no sé cuándo termina la noche
y comienza el día.
De la mano de Fátima
he aprendido a ser buen escritor
y buen combatiente,
y he aprendido a amarla.
De la mano de Fátima
he aprendido que la libertad es una mujer
y que el hombre -aunque sea culto-
es un espía...
Quien no conozca a Fátima
no sabrá que ella es la mayor obra de Dios,
ni sabrá qué es poesía.
Fátima destruye
todos los tarros de la medicina árabe
y todos los presidios del amor árabe,
me saca de la seguridad del texto árabe
y me abre la puerta del valor.
Fátima
es la mujer más importante del mundo
y yo el hombre más importante que la ha amado
y ha llevado las armas con ella.
y se acurruca,
cual gatita siamesa, en el hueco de mi mano.
Deja el bolso
y las bolsas de compras en el sofá...
y entra
en la primera arteria que encuentra.
Fátima se despoja de sus nombres
y declara con impresionante coraje
que será mi mujer.
Se quita los pendientes
y las pulseras.
Deja los anillos,
las horquillas del pelo,
sus recuerdos y sus monótonos días en el suelo
y se introduce, como una planta de cacao, bajo mi ropa.
Fátima coloca un gran retrato suyo en el cuarto de estar,
elige el color de mis cortinas
y el color de mis cuadernos,
me impone sus gustos en la comida y en el amor
y ronronea de placer
cual gatita siamesa.
Fátima entra
envuelta en el torbellino de su pelo negro,
deja sus revistas femeninas en mi mesa,
el camisón en mi armario
y las peinetas en el cajón;
coloca su cepillo de dientes
junto al mío,
y comprendo que ha decidido ocuparme.
Fátima está cansada de la forma de sus pechos
e intenta diseñarlos de nuevo,
está cansada de su ombligo inmóvil
y le ordena que se transforme en pájaro.
No hay nada tan admirable como Fátima
cuando sale del domicilio conyugal
y corre, como un potro,
bajo el sol de la libertad.
Fátima encabeza una revolución histórica contra su cuerpo:
el poder se rinde.
Encarcela a sus ministros,
a sus consejeros,
a Qays ben Al Mulawwah
a Yamil-Buzayna
a todos los poetas udríes,
a los que escriben sobre el arte del amor
sin haber tocado ni un dedo de mujer...
a los que hablan de sus conquistas amorosas
sin haber logrado ni un lance,
ni un beso,
ni un infarto
y a los que escriben sobre el infierno del sexo
sin haber cohabitado ni con una mosca.
Fátima anuncia ante las multitudes que han acudido a entronizarla,
en un momento de sinceridad, poco común a los árabes,
que ella es mi amada.
Fátima rechaza todos los textos de dudosa veracidad
y comienza por la primera línea,
rompe todos los manuscritos que los hombres compusieron
y comienza por el alfabeto de su feminidad,
tira todos sus libros escolares
y lee en el libro de mi boca,
emigra de las ciudades de polvo
y me sigue, descalza, a las ciudades de agua,
salta del tren de la yahiliyya
y habla conmigo el lenguaje del mar,
rompe su reloj de arena
y me lleva con ella fuera del tiempo...
Fátima cree
-y ella siempre tiene razón-
que el movimiento de la historia comienza en sus ojos,
que el primer hombre
construyó su cueva entre sus pechos,
que el lenguaje, si no fuera por ella, no se plasmaría,
la música no tendría sonido
ni los colores tonos,
y que la poesía -si retirase la mano de ella-
cerraría la puerta
y se suicidaría..
Me fascina la decisión de Fátima
cuando, de piedra circular, se transforma
en fuente de casa andaluza,
de poema rimado
en paloma que se posa en mi hombro
y de esclava en el país de Harún Dieciséis
en reina en el palacio de la poesía...
Me fascina la insensatez de Fátima
cuando traspasa las señales rojas
que los historiadores pusieron en torno a sus palabras
y en torno a sus sueños
y los sacrifica en sus jaimas,
uno a uno..
Me fascina la exageración de Fátima
cuando despide a todos sus guardianes
y me nombra guardián de sus pechos
por un sueldo de diez mil besos
por noche...
Amo a Fátima
cuando se bebe el café matutino
y me bebe,
y la quiero más
cuando me asegura
que dominará el mundo
y me dominará.
He sorprendido a Fátima
pescando un pez rojo
en las riberas de mi sangre.
Fátima me encarcela en sus pestañas
y no sé cuándo termina la noche
y comienza el día.
De la mano de Fátima
he aprendido a ser buen escritor
y buen combatiente,
y he aprendido a amarla.
De la mano de Fátima
he aprendido que la libertad es una mujer
y que el hombre -aunque sea culto-
es un espía...
Quien no conozca a Fátima
no sabrá que ella es la mayor obra de Dios,
ni sabrá qué es poesía.
Fátima destruye
todos los tarros de la medicina árabe
y todos los presidios del amor árabe,
me saca de la seguridad del texto árabe
y me abre la puerta del valor.
Fátima
es la mujer más importante del mundo
y yo el hombre más importante que la ha amado
y ha llevado las armas con ella.
martes, 9 de agosto de 2011
DESDE MI TORRE
No me conoces, pero te amo
Te sigo a sabiendas
Entre la multitud del mercado
Busco la ocasión
Para rozarte la mano
Y poder oler tu olor
Y así seguir soñando.
Este amor escondido
A mi me está matando
Caballo a galope tendido
Sueños de nubes y claros.
Lunas que me hacen mecer
La cuna de un soldado
Eras plantadas de amor
Para que yo las siga segando.
Cartas de amor yo te escribo
Todos los días al atardecer
Más, nunca ninguna te envío
Por miedo a poderte perder.
Desde mi torre te seguiré observando
Y soñando con este querer
Que poco a poco me va matando
Por quererte a tí….. Mujer.
Te sigo a sabiendas
Entre la multitud del mercado
Busco la ocasión
Para rozarte la mano
Y poder oler tu olor
Y así seguir soñando.
Este amor escondido
A mi me está matando
Caballo a galope tendido
Sueños de nubes y claros.
Lunas que me hacen mecer
La cuna de un soldado
Eras plantadas de amor
Para que yo las siga segando.
Cartas de amor yo te escribo
Todos los días al atardecer
Más, nunca ninguna te envío
Por miedo a poderte perder.
Desde mi torre te seguiré observando
Y soñando con este querer
Que poco a poco me va matando
Por quererte a tí….. Mujer.
AMOR O AMISTAD
Está nublado, la brisa se hace viento
No tengo ganas de levantarme
En este triste amanecer
Prefiero seguir recostado
Pensando en la última vez
En que tus ojos se posaron
Y partió el último tren.
Perdimos el tiempo
Hablando de nuestro querer
Ni tan siquiera nos rozamos
Por miedo a perder
Aquello tan bonito que recordamos
En el banquito del andén.
Me arrepiento de haber dudado
Cuando te quise besar
No sabía si aceptarías
Por amor o amistad
Este amor tan enfundado
Y falto de claridad.
El tren partió
Una mano alzada, un adiós
En la mejilla, una lágrima
Otro golpe a la esperanza
Porque el amor es de dos
Y no me atreví ni a preguntar
Si era amor o amistad.
Hoy sigo aquí acostado
Pensando en lo que pudo ser
Triste y desolado
Mirando este negro amanecer.
No tengo ganas de levantarme
En este triste amanecer
Prefiero seguir recostado
Pensando en la última vez
En que tus ojos se posaron
Y partió el último tren.
Perdimos el tiempo
Hablando de nuestro querer
Ni tan siquiera nos rozamos
Por miedo a perder
Aquello tan bonito que recordamos
En el banquito del andén.
Me arrepiento de haber dudado
Cuando te quise besar
No sabía si aceptarías
Por amor o amistad
Este amor tan enfundado
Y falto de claridad.
El tren partió
Una mano alzada, un adiós
En la mejilla, una lágrima
Otro golpe a la esperanza
Porque el amor es de dos
Y no me atreví ni a preguntar
Si era amor o amistad.
Hoy sigo aquí acostado
Pensando en lo que pudo ser
Triste y desolado
Mirando este negro amanecer.
jueves, 4 de agosto de 2011
QUEDATE
Permanece a mi lado.
Que tengo tantas puertas
abiertas, cerradas, encajadas.
Cerrojos y llaves.
Forjadas cerraduras.
Pero no hay salida
de esta fortaleza en ruinas.
Un pasillo de antorchas cobre,
plata envejecida,
lámparas de aceite abrasado
por el reloj de arena atascado
por la tormenta del desierto
en el último Ramadán.
Permanece a mi lado.
El patio está seco, marchito.
A solas.
Solar vacío, garaje desnudo
de trapos, trastos, metal,
piezas y grasa.
Jardín de cemento, escayola
y adoquines.
Plástico.
El sol de Enero lo derrite
y su reflejo es el cadáver
que viola mis noches.
El hielo de Agosto
lo enmascara
y es el disfraz de mis vigilias
y mis pesadillas.
Permanece a mi lado.
Que hoy no navego,
que la mar está brava,
que es espuma blanca el oleaje
de mi llanto embriagado de sal,
coral, de azul acuoso,
de vals infinito..
Permanece a mi lado.
Ha amanecido demasiado pronto.
Hoy, ahora, no quiero otro día.
Que sea noche.
Anoche.
Vamos a estirarla.
Ella siempre ha sido elástica
e impuntual.
Aceptará la invitación.
Hacer el amor
sin luna esta vez,
a solas.
Sin horas o firmamento.
Permanece a mi lado.
Ha entrado un silencio
Estrepitoso por mi ventana.
Tumbado excéntrico
en mi escritorio
observa frágilmente.
Esencia ruidosa e inamovible
que destroza toda posibilidad
de ser y sobrevivir.
Hastío, cansancio, fatiga
y el sólido ente de lo no dicho
grita, susurra.
Murmura, tararea.
Escribí todo
cuanto alcancé a entender
de sus discursos caóticos.
Calló.
Y tras incorporarse,
se evaporo de nuevo
como brisa entrado el otoño.
Me dejo un manuscrito de ecos,
de timbales pasados
que olvide recordar.
Memoria maldita.
Desordenada vieja.
Quédate ahí,
dónde todo acaba
y no ha hecho más
que comenzar.
Tal vez, el verso que
no hemos de escribir
Y sí esculpir, recitar
con el tacto,
en la lengua inaudita
de las luciérnagas.
Quédate ahí,
donde no hay salida
y la entrada está camuflada,
guarecida.
Tal vez, renunciar a la vigilia
y empaparnos del sueño
de las templadas paredes
de éstos, mis aposentos.
Desnudos, con la manta
de nuestro abrazo y
la almohada del silencio
virgen de nuestros corazones.
Quédate esta noche por favor.
Quédate entre mis brazos
hasta el alba.
Alex Muñoz
Que tengo tantas puertas
abiertas, cerradas, encajadas.
Cerrojos y llaves.
Forjadas cerraduras.
Pero no hay salida
de esta fortaleza en ruinas.
Un pasillo de antorchas cobre,
plata envejecida,
lámparas de aceite abrasado
por el reloj de arena atascado
por la tormenta del desierto
en el último Ramadán.
Permanece a mi lado.
El patio está seco, marchito.
A solas.
Solar vacío, garaje desnudo
de trapos, trastos, metal,
piezas y grasa.
Jardín de cemento, escayola
y adoquines.
Plástico.
El sol de Enero lo derrite
y su reflejo es el cadáver
que viola mis noches.
El hielo de Agosto
lo enmascara
y es el disfraz de mis vigilias
y mis pesadillas.
Permanece a mi lado.
Que hoy no navego,
que la mar está brava,
que es espuma blanca el oleaje
de mi llanto embriagado de sal,
coral, de azul acuoso,
de vals infinito..
Permanece a mi lado.
Ha amanecido demasiado pronto.
Hoy, ahora, no quiero otro día.
Que sea noche.
Anoche.
Vamos a estirarla.
Ella siempre ha sido elástica
e impuntual.
Aceptará la invitación.
Hacer el amor
sin luna esta vez,
a solas.
Sin horas o firmamento.
Permanece a mi lado.
Ha entrado un silencio
Estrepitoso por mi ventana.
Tumbado excéntrico
en mi escritorio
observa frágilmente.
Esencia ruidosa e inamovible
que destroza toda posibilidad
de ser y sobrevivir.
Hastío, cansancio, fatiga
y el sólido ente de lo no dicho
grita, susurra.
Murmura, tararea.
Escribí todo
cuanto alcancé a entender
de sus discursos caóticos.
Calló.
Y tras incorporarse,
se evaporo de nuevo
como brisa entrado el otoño.
Me dejo un manuscrito de ecos,
de timbales pasados
que olvide recordar.
Memoria maldita.
Desordenada vieja.
Quédate ahí,
dónde todo acaba
y no ha hecho más
que comenzar.
Tal vez, el verso que
no hemos de escribir
Y sí esculpir, recitar
con el tacto,
en la lengua inaudita
de las luciérnagas.
Quédate ahí,
donde no hay salida
y la entrada está camuflada,
guarecida.
Tal vez, renunciar a la vigilia
y empaparnos del sueño
de las templadas paredes
de éstos, mis aposentos.
Desnudos, con la manta
de nuestro abrazo y
la almohada del silencio
virgen de nuestros corazones.
Quédate esta noche por favor.
Quédate entre mis brazos
hasta el alba.
Alex Muñoz
CERQUITA DE TI
El tacto de tu sonrisa,
el sabor especiado de tu mirada,
el roce de tu voz,
el eco de tu presencia envuelta en salitre,
despertaron en mí un voraz apetito,
un hambre insaciable e insistente de ti,
de vida,
de oxígeno,
de todo en estado puro
que jamás había sentido.
Y supe
que allí estaba mi sitio,
cerquita,
bien cerquita de ti,
bien cerquita.
Alex Muñoz
el sabor especiado de tu mirada,
el roce de tu voz,
el eco de tu presencia envuelta en salitre,
despertaron en mí un voraz apetito,
un hambre insaciable e insistente de ti,
de vida,
de oxígeno,
de todo en estado puro
que jamás había sentido.
Y supe
que allí estaba mi sitio,
cerquita,
bien cerquita de ti,
bien cerquita.
Alex Muñoz
EL RINCON PERFECTO
Miré a mi alrededor.
No quedaba nadie.
Nunca hubo nada
que llamara mi atención,
y supe
que era el rincón perfecto
para pensarte.
Y eso hice.
El rumor de las olas
siempre tan breves
tan fugaces
trajo a mis tímpanos
la cadencia de tu voz.
Allá quedé,
echado el candado
a mis párpados,
salado en mi piel,
ansioso en mi boca
del alimento de tus labios...
allá quedó,
suspendida mi alma
en algún punto abstracto
del Atlántico
pensando que tal vez,
sólo tal vez,
en ese instante perdido
del hilo de nuestro tiempo
me estabas amando.
No quedaba nadie.
Nunca hubo nada
que llamara mi atención,
y supe
que era el rincón perfecto
para pensarte.
Y eso hice.
El rumor de las olas
siempre tan breves
tan fugaces
trajo a mis tímpanos
la cadencia de tu voz.
Allá quedé,
echado el candado
a mis párpados,
salado en mi piel,
ansioso en mi boca
del alimento de tus labios...
allá quedó,
suspendida mi alma
en algún punto abstracto
del Atlántico
pensando que tal vez,
sólo tal vez,
en ese instante perdido
del hilo de nuestro tiempo
me estabas amando.
miércoles, 3 de agosto de 2011
AMOR DE DOS
A la infiel más infiel de las hermosas
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.
Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento empozoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.
De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.
No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.
Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento empozoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.
De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.
No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.
AMOR DE DOS
A la infiel más infiel de las hermosas
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.
Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento empozoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.
De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.
No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.
Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento empozoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.
De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.
No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.
LA GUITARRA
Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas
Federico Garcia Lorca
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh, guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas
Federico Garcia Lorca
POESIA Y PENSAMIENTOS I
HOY SOLO PIDO ESTAR ENTRE TUS BRAZOS,
ME HAGAS PRESA DE TUS DESEOS,
COLMES TUS ANHELOS.
DESEO SENTIR EL BRAMIDO DEL MAR EN MI VIENTRE,
ANHELO CONQUISTES CADA PARTE DE MÍ,
ANSIO RECORRAS MI GEOGRAFÍA.
TE DARÉ A BEBER EL ELIXIR DE MI CUERPO,
TE BAÑARÉ EN EL SUDOR DE MIS ANSIAS,
ESCULPIRÉ MIS VERSOS EN TU PIEL.
FUNDE TU CUERPO AL MIO,
FUSIONA TU ALMA A LA MIA,
Y QUE SEA EL AMOR,
HACIENDO ARTE Y POESÍA...
ME HAGAS PRESA DE TUS DESEOS,
COLMES TUS ANHELOS.
DESEO SENTIR EL BRAMIDO DEL MAR EN MI VIENTRE,
ANHELO CONQUISTES CADA PARTE DE MÍ,
ANSIO RECORRAS MI GEOGRAFÍA.
TE DARÉ A BEBER EL ELIXIR DE MI CUERPO,
TE BAÑARÉ EN EL SUDOR DE MIS ANSIAS,
ESCULPIRÉ MIS VERSOS EN TU PIEL.
FUNDE TU CUERPO AL MIO,
FUSIONA TU ALMA A LA MIA,
Y QUE SEA EL AMOR,
HACIENDO ARTE Y POESÍA...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)