Permanece a mi lado.
Que tengo tantas puertas
abiertas, cerradas, encajadas.
Cerrojos y llaves.
Forjadas cerraduras.
Pero no hay salida
de esta fortaleza en ruinas.
Un pasillo de antorchas cobre,
plata envejecida,
lámparas de aceite abrasado
por el reloj de arena atascado
por la tormenta del desierto
en el último Ramadán.
Permanece a mi lado.
El patio está seco, marchito.
A solas.
Solar vacío, garaje desnudo
de trapos, trastos, metal,
piezas y grasa.
Jardín de cemento, escayola
y adoquines.
Plástico.
El sol de Enero lo derrite
y su reflejo es el cadáver
que viola mis noches.
El hielo de Agosto
lo enmascara
y es el disfraz de mis vigilias
y mis pesadillas.
Permanece a mi lado.
Que hoy no navego,
que la mar está brava,
que es espuma blanca el oleaje
de mi llanto embriagado de sal,
coral, de azul acuoso,
de vals infinito..
Permanece a mi lado.
Ha amanecido demasiado pronto.
Hoy, ahora, no quiero otro día.
Que sea noche.
Anoche.
Vamos a estirarla.
Ella siempre ha sido elástica
e impuntual.
Aceptará la invitación.
Hacer el amor
sin luna esta vez,
a solas.
Sin horas o firmamento.
Permanece a mi lado.
Ha entrado un silencio
Estrepitoso por mi ventana.
Tumbado excéntrico
en mi escritorio
observa frágilmente.
Esencia ruidosa e inamovible
que destroza toda posibilidad
de ser y sobrevivir.
Hastío, cansancio, fatiga
y el sólido ente de lo no dicho
grita, susurra.
Murmura, tararea.
Escribí todo
cuanto alcancé a entender
de sus discursos caóticos.
Calló.
Y tras incorporarse,
se evaporo de nuevo
como brisa entrado el otoño.
Me dejo un manuscrito de ecos,
de timbales pasados
que olvide recordar.
Memoria maldita.
Desordenada vieja.
Quédate ahí,
dónde todo acaba
y no ha hecho más
que comenzar.
Tal vez, el verso que
no hemos de escribir
Y sí esculpir, recitar
con el tacto,
en la lengua inaudita
de las luciérnagas.
Quédate ahí,
donde no hay salida
y la entrada está camuflada,
guarecida.
Tal vez, renunciar a la vigilia
y empaparnos del sueño
de las templadas paredes
de éstos, mis aposentos.
Desnudos, con la manta
de nuestro abrazo y
la almohada del silencio
virgen de nuestros corazones.
Quédate esta noche por favor.
Quédate entre mis brazos
hasta el alba.
Alex Muñoz
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