Sollozo hacia dentro
hacia mi carne vacía
donde mis ojos cerrados
niegan ver el humo
que brota de mis manos
luego fumo
y exhalo al infinito
la imagen rota de mi sueño
y pienso que vendrás
-Porque hace tiempo que no vienes –
y siento que te extraño
el aire de mi cuarto
aun huele a tu presencia
y reposa en mi lecho
tu cuerpo desnudo y nuevo
como cuando bullíamos
plenos de entusiasmo
y tú ríes y cantas y bailas
luego degustamos las uvas
uno a uno nos saboreamos
lentamente uno a uno
nos vamos degustando
todo el polen
uno a uno
en este galope nacarado
es día, es noche, es día, es noche,
mi cama vacía de día, de noche
hacia dentro
sollozo con mis ojos cerrados.
Abel Sandoval
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jueves, 10 de febrero de 2011
jueves, 3 de febrero de 2011
LA ESPERA
Dejo la puerta abierta,
Y aquí voy a esperarte,
Sentado, mirando la lluvia
Sin apenas decir nada.
Esperando a que vengas
Para abrazarte.
Está oscureciendo
Que tarde tan larga.
Pero es que sin tu risa
La casa está vacía
No aguanto la noche
No aguanto tanta soledad.
Te hablo mirando al cielo.
Y maldigo la suerte de las nubes
Ya casi no creo en Dios
Aunque no paro de rogarle
Cierro los ojos y quiero ver,
Como llegas a la calle antes de anochecer
Que me cuentes tus cosas y poder comprender
Que hicimos mal y donde falle.
Ya no me gusta
La forma de caer de algunas tardes
Y aquí voy a esperarte,
Sentado, mirando la lluvia
Sin apenas decir nada.
Esperando a que vengas
Para abrazarte.
Está oscureciendo
Que tarde tan larga.
Pero es que sin tu risa
La casa está vacía
No aguanto la noche
No aguanto tanta soledad.
Te hablo mirando al cielo.
Y maldigo la suerte de las nubes
Ya casi no creo en Dios
Aunque no paro de rogarle
Cierro los ojos y quiero ver,
Como llegas a la calle antes de anochecer
Que me cuentes tus cosas y poder comprender
Que hicimos mal y donde falle.
Ya no me gusta
La forma de caer de algunas tardes
EN EL FONDO
Nuestro cielo dibuja una cúpula
en el espacio.
Así recuerdo bajo las velas
bogando la rebosada panza de agua
la quilla enredada con los reflejos salados
batidos por los aletazos de los peces.
No soy nada más que el hombre a solas
que contempla este pequeño barco
buscando un antiguo mensaje en una botella
llegado intacto hasta mis islas.
Tus fotos cuelgan del techo
y pronuncian sus voces remotas
cual si invitaran a la memoria
a alcanzar las noches solitarias
Por qué no encontré antes el instante
en el que una estrella
abriendo una grieta al agua
me indicara el camino hacia ti
Cazo la driza de mi vida
tenso como una linga de acero sobre un abismo
tenso sobre la combustión de una playa
donde habita la flor de las arenas
Ahora que los hijos nos empujan
y el cuadro anudado con cinta tras la puerta
recuerda que el amarillo es sólo el color de la mañana
me siento a gozar privilegios de dolor y felicidad
reunidos en esa pequeña tachuela
que sostiene la gavia de mi barco
Soy un hombre con el lecho roto
bajo los rayos del porvenir que ruge
un pedazo de arcilla, que quisiera su flor.
Y voy a donar mi libertad
para que el bien v el mal se trencen en mi lecho
como aquellos que sin conocerse
se besan desesperadamente
en el espacio.
Así recuerdo bajo las velas
bogando la rebosada panza de agua
la quilla enredada con los reflejos salados
batidos por los aletazos de los peces.
No soy nada más que el hombre a solas
que contempla este pequeño barco
buscando un antiguo mensaje en una botella
llegado intacto hasta mis islas.
Tus fotos cuelgan del techo
y pronuncian sus voces remotas
cual si invitaran a la memoria
a alcanzar las noches solitarias
Por qué no encontré antes el instante
en el que una estrella
abriendo una grieta al agua
me indicara el camino hacia ti
Cazo la driza de mi vida
tenso como una linga de acero sobre un abismo
tenso sobre la combustión de una playa
donde habita la flor de las arenas
Ahora que los hijos nos empujan
y el cuadro anudado con cinta tras la puerta
recuerda que el amarillo es sólo el color de la mañana
me siento a gozar privilegios de dolor y felicidad
reunidos en esa pequeña tachuela
que sostiene la gavia de mi barco
Soy un hombre con el lecho roto
bajo los rayos del porvenir que ruge
un pedazo de arcilla, que quisiera su flor.
Y voy a donar mi libertad
para que el bien v el mal se trencen en mi lecho
como aquellos que sin conocerse
se besan desesperadamente
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